sábado, 31 de marzo de 2012

Los dos ratones

Una vez dos ratones, en busca de comida, entraron en un lechería. Se dice que uno era pesimista y otro optimista.

Dando un salto equivocado, los dos cayeron en un gran recipiente de leche.

¿Cómo salir de aquel mar blanco? Las paredes eran demasiado lisas y escurridizas...

Después de largas tentativas, el primer ratón, desilusionado por lo inútil de sus esfuerzos, se abandonó a la suerte y se ahogó.

El otro, sin embargo, no perdió el ánimo y con su buen carácter, mientras nadaba, reflexionaba. Y comprendió una cosa importante.

Si agitaba como un loco la leche, girando y regirando, el líquido se coagulaba.

De esta manera aumentó con mayor velocidad sus movimientos y la leche se convirtió en nata, después en mantequilla.

Puso sus pies sobre aquella porción de mantequilla y finalmente, dando un gran salto, salió del recipiente.

¡Y se salvó!


Staff de Frases y Pensamientos

martes, 27 de marzo de 2012

Maria y el sexo.

Los hombres que había conocido desde su llegada a Genève hacían de todo para parecer seguros de sí mismos, como si gobernasen el mundo y sus propias vidas; Maria, sin embargo, veía en los ojos de cada uno de ellos el terror a la esposa, el pánico a no conseguir una erección, a no ser lo suficientemente machos ni ante una simple prostituta a quien estaban pagando.
Si fueran a una tienda y no les gustase el calzado, serían capaces de volver con el ticket en la mano y exigir el reembolso. Sin embargo, aunque también estuviesen pagando por una compañía, si no tenían una erección jamás volverían a la misma discoteca, porque creían que la historia ya se habría extendido entre todas las demás mujeres de allí, y eso era una vergüenza.

«Soy yo la que debería tener vergüenza por no ser capaz de excitar a un hombre. Pero, en realidad, son ellos los que la tienen.»

Para evitar estos dilemas, Maria procuraba dejarlos siempre a su aire, y cuando alguno de ellos parecía más borracho o más frágil de lo normal, evitaba el sexo, y se concentraba sólo en las caricias y la masturbación, lo que los dejaba muy contentos, por más absurda que fuese la situación, ya que podían masturbarse ellos solos.
Siempre era preciso evitar que se sintiesen avergonzados. Aquellos hombres, tan poderosos y arrogantes en sus trabajos, luchando sin parar con empleados, clientes, proveedores, prejuicios, secretos, falsas actitudes, hipocresía, miedo, opresión, terminaban el día en una discoteca, y no les importaba pagar trescientos cincuenta francos suizos para dejar de ser ellos mismos durante la noche.

«¿Durante la noche? Maria, estás exagerando. En realidad, son cuarenta y cinco minutos y, aun así, si descontamos el tiempo de quitarse la ropa, ensayar alguna falsa caricia, hablar de algo trivial, vestirse, reduciremos este tiempo a once minutos de sexo propiamente dicho.»

Once minutos. El mundo giraba en torno a algo que duraba solamente once minutos.

Y por esos once minutos en un día de veinticuatro horas (considerando que todos hiciesen el amor con sus esposas todos los días, lo que era un verdadero absurdo y una gran mentira), ellos se casaban, sustentaban a la familia, aguantaban el llanto de los niños, se deshacían en explicaciones cuando llegaban tarde a casa, veían a decenas, centenas de mujeres con las que les gustaría pasear por el lago de Genève, compraban ropa cara para ellos, ropa aún más cara para ellas, pagaban a prostitutas para compensar lo que echaban en falta, sustentaban una gigantesca industria de cosméticos, dietas, gimnasia, pornografía, poder, y cuando quedaban con otros hombres, al contrario
de lo que decía la leyenda, jamás hablaban de mujeres. Charlaban sobre trabajo, dinero y deporte.

Algo iba muy mal en la civilización; y ese algo no era la deforestación amazónica, ni la capa de ozono, ni la muerte de los pandas, ni el tabaco, ni los alimentos cancerígenos, ni la situación de las cárceles, como gritaban los periódicos.

Era exactamente aquello en lo que ella trabajaba: el sexo.


Paulo Coelho

lunes, 26 de marzo de 2012

Para entender el presente es preciso conocer el pasado.

Orígenes de nuestro atraso.
Aquelarre Económico

Para sorpresa de algunos de mis estudiantes, uno de los cursos que dicto en American University titulado La economía política de México en el Siglo XXI, se remonta al análisis de las características principales que diferencian el proceso de colonización en nuestra América ibérica y el de los dominios anglosajones.

La razón para que un curso de temas que no podrían ser de mayor actualidad en nuestras vidas, se remonte a la exploración comparada de lo que ocurrió más de cinco siglos atrás cuando españoles y portugueses llegaron hasta nuestro continente, frente a las acciones de los ingleses que ocuparon la zona septentrional de América, es que el presente no se entiende de otra manera.

Me da mucho gusto que este enfoque lo ratifique el más reciente libro de Daron Acemolgu (con James Robinson), brillante economista turco del MIT, titulado Por qué fracasan las naciones: los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza, en el que afirman, después de comparar las abismales diferencias que hoy existen entre Nogales, Sonora, y su ciudad gemela, Nogales, Arizona:

“¿Por qué las instituciones de Estados Unidos son mucho más conducentes a alcanzar el éxito económico que las de México…? La respuesta a esta cuestión se encuentra en la forma en que esas distintas sociedades se formaron en los albores de su etapa colonial… Para entender sus divergencias debemos empezar en los cimientos mismos de las colonias del norte y las de la América ibérica.”

Para dar respuesta a la pregunta planteada y presumir la calidad de mis alumnos, reproduzco a continuación el ensayo de uno de ellos, circunscrito al caso de la Nueva España:

Los cinco elementos (esenciales) que diferenciaron la colonización inglesa de la española, y que explican sus radicalmente distintas rutas de desarrollo posterior, fueron la religión, la tradición política, la distribución de los recursos naturales, la densidad de la población indígena y la estructura social.

Mientras que los católicos españoles tenía una iglesia que imponía restricciones férreas a los flujos de información e ideas desde Europa a la Nueva España, y también dentro de la propia colonia, los colonos ingleses, protestantes en su mayoría, tenían una estructura religiosa descentralizada que de hecho obligaba a las iglesias a “competir” por sus fieles, y de esa forma creaban desincentivos al fundamentalismo y al radicalismo religiosos (claramente, para quienes deseaban hacer fortuna, había un incentivo evidente a afiliarse a la iglesia que impusiera las menores restricciones a sus actividades).



Con raciocinio similar, mientras que la tradición política española dependía del vasallaje de las comunidades a una autoridad real central, la tradición británica estaba empezando ya a depender de la división de poderes, en adición a que la Corona inglesa estuvo relativamente desvinculada en los inicios de su período de desarrollo. Tal centralización del control político y la regulación económica, reflejadas en crecientes costos de la información, limitaron el desarrollo de la América hispana versus la anglosajona.

Respecto a la distribución de recursos, mientras que los españoles tenían franco acceso a enormes riquezas, los ingleses se vieron forzados a desarrollar recursos dispersos y menos asequibles. De forma similar, mientras que los españoles gozaron de una abundante población indígena que se tradujo en fuerza de trabajo barata, los ingleses fueron confrontados con nativos más escasos y menos susceptibles de dejarse instruir.

Ambos factores alentaron a los ingleses a desarrollar una economía diversificada económica y geográficamente, mientras que en la caso de los españoles los indujeron a concentrarse en producir pocos bienes, sobre la base de una explotación que era políticamente inestable.

Finalmente, la división racial en sus respectivas sociedades fue definitoria, en especial al sobrevenir la independencia. Las colonias inglesas se encontraban unidas como sociedades sobre la base de excluir a la población no-blanca. En ese sentido, su rebelión (contra la Corona inglesa) era una revuelta entre miembros de la misma raza mientras que la insurrección de los novohispanos contra los españoles fue liderada, en su mayor parte, por criollos pero participaron también mestizos e indios. Fue una revolución heterogénea que condujo a una sociedad igualmente mezclada, mientras que la de las colonias inglesas desembocó en una sociedad unificada, que excluyó una proporción elevada de sus habitantes en función de su raza.

No cabe la menor duda que la diversidad de nuestras leyes, instituciones y tradiciones culturales, traducida en una organización política muy diferente, explica en buena medida las diferencias entre el progreso alcanzado en México y Estados Unidos, sobre todo desde la independencia de ambos países.

Lo que hay que explorar, sin embargo, es cómo naciones con nuestra misma herencia e historia han logrado romper el peso de la inercia y han emprendido su acelerada marcha a nuevos y avanzados estadios de desarrollo.

Por: José Manuel Suárez Mier

viernes, 16 de marzo de 2012

Sentido adiós a MILENIO. Por: Héctor Tajonar

Sentido adiós a MILENIO
La televisora y el candidato tricolor constituyen un binomio político-electoral indivisible y, para muchos, invencible. Los concesionarios de la televisión han pasado de ser soldados del presidente a inventores de presidenciables.

MILENIO
2011-12-21 • Acentos

Apreciado Carlos Marín:

He reflexionado acerca de la breve conversación telefónica que sostuvimos la semana pasada y he tomado la decisión de suspender mi colaboración semanal en MILENIO Diario. Antes de exponer mis razones, quiero agradecerte el haberme invitado hace cinco años y medio a colaborar en este diario después de haber publicado, a solicitud mía y en calidad de columnista invitado, el texto titulado “¿La rebelión de las masas?”, fechado el 16 de julio de 2006. Desde entonces he podido expresar con toda libertad mi visión personal, independiente y crítica acerca del acontecer político nacional. Tu proposición de modificar esas condiciones me obliga a escribir esta carta de renuncia, con la atenta solicitud de que sea publicada en el espacio que tuviste a bien asignarme en Acentos.

Me has pedido que dejara de criticar a Televisa en mi columna, aduciendo que MILENIO Televisión está asociado con esa empresa para sus transmisiones en cable. Comprendo que en la actual coyuntura preelectoral mis puntos de vista puedan resultar disfuncionales para los legítimos intereses empresariales de esta casa editorial. Sin embargo, sabemos que en el ámbito de los medios de comunicación, los intereses empresariales se traducen en políticas editoriales. Ello me impide aceptar tu planteamiento. Permanecer en esas condiciones significaría no sólo coartar mi libertad de expresión sino convertirme en cómplice pasivo de una situación política con la cual no comulgo.

Ha llegado el momento de marcharme. Durante 40 años he estudiado la relación entre el poder político y los medios de comunicación, en especial la televisión, y como sabes trabajé en Televisa durante dos décadas. Por tanto, puedo decir sin el menor asomo de vanidad que cuento con las herramientas teóricas y empíricas para hablar acerca de estos temas con suficiente conocimiento. Así lo he hecho desde la soledad de mi escritorio y mi conciencia en este espacio del que hoy me despido.

Ahora más que nunca cobra actualidad la conocida advertencia de Karl Popper: La televisión se ha convertido en un poder político colosal, el más importante de todos… Se ha vuelto un poder demasiado grande para la democracia. Ninguna democracia puede sobrevivir si no se pone fin al abuso de este poder. Televisa es el ejemplo más claro del abuso de ese poder sin control, su inocultable vínculo con el candidato del PRI representa una burla a las leyes electorales del país y el riesgo de un grave retroceso democrático. La televisora y el candidato tricolor constituyen un binomio político-electoral indivisible y, para muchos, invencible. Los concesionarios de la televisión han pasado de ser soldados del presidente a inventores de presidenciables. Por ello, dejar de criticar a Televisa, como me lo has pedido, equivaldría a dejar de criticar a Peña Nieto. No puedo aceptar el ejercicio de un periodismo amordazado. Interpreto tu exhorto a la autocensura como el resultado de una presión de los estrategas de Peña Nieto, cuya función primordial es cuidar la imagen pública del candidato, la cual ha resultado un tanto dañada en días recientes. Entiendo que les haya incomodado mi texto publicado hace dos semanas en este espacio, titulado “Los dos Peña Nieto”, en el cual menciono que la popularidad del personaje está íntimamente vinculada al secreto mejor guardado por el candidato del PRI: el costo financiero y político de su alianza con Televisa.

Hace seis años, Santiago Creel fue derrotado en la elección interna del PAN por Felipe Calderón debido a que se dio a conocer que, siendo secretario de Gobernación, el delfín de Fox intercambió presencia en la pantalla televisiva por permisos de casas de apuestas para Televisa. Los artífices de esa táctica son los mismos que se han encargado de diseñar la hasta ahora exitosa estrategia de comunicación política de Peña Nieto. Es comprensible que la máxima prioridad de dichos estrategas sea impedir que el fracaso de la alianza de Televisa con Creel se repita ahora con Peña. Si alguien estorba es preciso neutralizarlo.

En consecuencia, se ha recurrido al método del PRI de siempre: cooptar o silenciar. El mismo que usaron antes Echeverría, López Portillo y Salinas. Surge ahora el neoautoritarismo peñista. El episodio del que soy protagonista involuntario constituye un grave precedente de lo que tendríamos si el candidato de la pantalla resultara vencedor en las elecciones del año próximo.

El disenso no debe equipararse con la enemistad.

Felicidades.
Saludos!!!