martes, 29 de junio de 2010
México en el Mundial. Carlos Monsiváis.
Nunca he visto un juego de futbol y eso me hace pertenecer a una minoría inconcebible. ¿De qué me he perdido al no ver estos juegos? Cito algunos de los muchos estímulos de los que no he participado: no saber de la exaltación patriótica que otorga cada gol de la selección nacional; no ser un experto a nivel planetario sobre las posibilidades de cada uno de los equipos de la copa. No ser desde la casa el técnico suplente de la selección nacional. No poder evocar a los ídolos de la infancia ni puntualizar la alineación de una oncena de 1965. No ser fan, hincha, o como se diga, de un equipo desde el principio de los tiempos personales, y hasta siempre. Carecer del único tema de conversación que jamás cae en el vacío. No examinar con dureza el daño que el espíritu comercial y todas las patrias de la FIFA le hacen a la ilusión deportiva. No entender 84% de las alusiones en el habla coloquial. No ser capaz de hallar los vínculos entre futbol y política en el estilo de “en el futbol lo que cuenta es el marcador, en política lo que marca es la cuenta”. Desde que me acuerdo, al excluirme de las emociones del futbol, me he separado de la inmensa mayoría. ¿Que si tengo envidia de la emoción circundante? Sí, desde luego, y muchísima, pero para colmo de males lo que no se vive desde niño ya nunca más se aprende de verdad. !Ya séra en otra etapa de mi karma!!!
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